Los desafíos de las comunidades
Las comunidades Shankivironi, San Jerónimo y Potsoteni enfrentan muchos desafíos sociopolíticos y ambientales que incluyen el avance de economías ilícitas, violencia, la pérdida de identidad cultural, el cambio climático, la deforestación, los incendios forestales, y la degradación ambiental aunado a la pandemia causada por COVID-19.
Violencia que no cesa
En la Amazonía central peruana existe un continuo de violencia desde la llegada de misioneros en la época de la colonia y se extiende hasta este siglo. Entre el siglo XIX e inicios del siglo XX muchas poblaciones indígenas amazónicas vivieron en la esclavitud por el boom del caucho y en las haciendas. Entre 1980 y 2000 padecieron el conflicto armado interno conjuntamente con el narcotráfico y luego llegaría el boom de industrias extractivas y, últimamente, la expansión de las economías ilícitas en la región.
La violencia no afecta a todas las personas por igual. Se trata de una violencia interseccional diferenciada por género, generación y localidades. las mujeres son las más afectadas. Hay avances y cambios en las formas de gobierno de las comunidades. Hoy hay más mujeres en puestos de liderazgo en las comunidades. Muchas, además, son quienes cuidan y protegen los bosques, que se ha convertido en una actividad peligrosa.
La Peruvian
Durante la primera mitad del siglo XX, las comunidades de San Jerónimo y Shankivironi estuvieron vinculadas al trabajo forzoso impuesto por la empresa transnacional Peruvian Corporation, que operaba ampliamente en la selva central.
Las familias fundadoras de San Jerónimo trabajaron por más de una década en condiciones de explotación para luego acceder al territorio que permitió la formación de su comunidad. Este episodio es parte de la memoria comunal y se vincula al proceso de restitución de tierras impulsado por la Ley de Comunidades Nativas de 1974.
En Shankivironi, aunque la memoria sobre la Peruvian no está tan presente, se reconoce que la salida de esta empresa marcó el inicio del proceso de organización comunal. Testimonios indican que fue tras el retiro de las compañías extranjeras, en el contexto de la reforma agraria liderada por Juan Velasco Alvarado, se abrió la posibilidad de solicitar formalmente el reconocimiento y titulación del territorio comunal.
Subversión
Durante las décadas de 1980 y 1990, las comunidades de Shankivironi y San Jerónimo, ubicadas en el valle del Perené, y la comunidad de Potsoteni en el río Ene, se vieron profundamente afectadas por la violencia del conflicto armado interno en Perú. Estas comunidades estuvieron expuestas a la presencia de grupos subversivos como Sendero Luminoso y el MRTA así como a intervenciones de las fuerzas armadas. Se unieron al Ejército Asháninka para una defensa comunal integrada por jóvenes nativos. En la zona del Ene se establecieron comités de autodefensa.
El conflicto provocó desplazamientos, interrupciones de la vida comunal, muertes, secuestros masivos y una profunda sensación de miedo. Muchas familias se refugiaron en el monte o migraron temporalmente. A pesar de los esfuerzos comunitarios por protegerse, los testimonios actuales reflejan una memoria marcada por pérdidas humanas y mucha violencia.
Desafíos ambientales
Las comunidades de San Jerónimo, Shankivironi y Potsoteni perciben una degradación progresiva de sus territorios comunales, asociada al cambio climático y al desgaste ambiental. En San Jerónimo, los comuneros señalan que la calidad del suelo ya no permite cultivar como antes. Actualmente, la agricultura requiere fertilizantes y químicos, lo que encarece la producción y afecta la seguridad alimentaria. Productos que antes se cultivaban con facilidad hoy no crecen sin apoyo externo.
En Shankivironi, la pérdida de vegetación se ha intensificado por la tala y el cambio en los cultivos. La roya amarilla afectó los cafetales, impulsando la siembra de plátano y, más recientemente, de kion, un cultivo que exige deforestación y deteriora el suelo. Estos cambios reducen la sostenibilidad agrícola y colocan a las familias comuneras en una situación de mayor vulnerabilidad económica.
En Potsoteni se tienen periodos extensos de sequía que no son propicios para la agricultura. Hubo varios incendios forestales muy cercanos a la comunidad.
Impactos de la pandemia y su relación con otras amenazas
Las tres comunidades enfrentan desafíos estructurales que la pandemia del COVID-19 intensificó significativamente. Las crisis económicas preexistentes —dependencia de agricultura de subsistencia en tierras degradadas, escasos ingresos monetarios y falta de acceso a créditos— se agravaron con las restricciones de movilidad que interrumpieron la venta de productos agrícolas y el trabajo asalariado urbano. Los problemas educativos históricos, incluyendo deficiencias en la implementación de la educación intercultural bilingüe, se acentuaron con la educación virtual durante el confinamiento.
Durante la pandemia del COVID-19 en 2020, las comunidades de Shankivironi y San Jerónimo adoptaron protocolos de autocuidado como el aislamiento familiar, el control del ingreso a sus territorios y la desinfección comunitaria. Debido a la suspensión de asambleas, la información se difundió principalmente por canales virtuales como WhatsApp. Ambas comunidades revalorizaron el uso de plantas medicinales para prevenir y tratar síntomas, como el matico, el kion y el eucalipto, en base a conocimientos ancestrales.
A nivel económico, muchas familias regresaron a las chacras ante la reducción de ingresos por el confinamiento. La agricultura de subsistencia fue clave para afrontar la crisis alimentaria. El acceso a servicios de salud fue limitado, lo que fortaleció el uso de medicina tradicional. Si bien se recibieron víveres, productos de higiene y bonos económicos en algunos casos, el apoyo estatal fue percibido como insuficiente. La experiencia dejó aprendizajes sobre cuidado colectivo, resiliencia territorial y fortalecimiento de prácticas comunales.